Eran tiempos sin espacio. Antes de salir ahí, vestía con alegorías.
Eran tiempos de penumbra y devoción. Sin evidencias, creí en ti.
Te expulsé cauta de mis adentros, pero sólo ahí te encomendabas, pero ahí sólo te morías.
No luché cuando te expuse mis racionalidades. Mientras inextricable llorabas por mí,
yo reí indulgente por ti.
Cuando me convertí en cualquier otro animal, condescendiente me levantaste, creaste una utopía y me mostraste como llegar a ella por el altibajo camino. Antes de marchar me vestiste con un velo y dejaste en las muletas tu esencia.
Actué en el más grande escenario durante mucho tiempo, predicándote dudando, orándote soportando la duda. En el mismo escenario surgieron del papel más figuras humanas cuyos velos estaban desgarrados y desgarraron el mío, desgarraron mi alma, desgarraron mi brillo y me dejaron opaca. Te abandoné en una crisis anunciada donde me devolvieron el orgullo, la razón y el entendimiento. No tardé en quedarme completa y voluntariamente sola.
Rompí vidrios y quemé casas de mi mente. Desesperada me rasgué el cuerpo y salía a desintoxicarme de la sangre en las noches frías. Despertaba congelada al lado de mi. Estaba desvaneciendo toda existencia. No entendía que seguías ahí pero trastornada. Te armaste de valor y me llevaste a espejos, me golpeabas la cabeza contra ellos, sanguinariamente rompías reflejos mientras entendía la imposibilidad de la esperanza, la fuerza de la ceguera y le ponía nombre a un creador: comencé a ir a la cama pensando en ti y susurrando tu nombre.(Amor, amor, amor, amor)
