lunes, 6 de agosto de 2007

Indiferencia

No me has sido más que nivelación,
nunca una inspiración.
Ante ti siento que el silencio va conmigo.
Un dulce coqueteo, nada por bruñir.
Tus manos son las que me hacen el presente feliz,
más no me harán feliz.
Tus manos serán las que primero me arrojen por la baranda.
Espero caer en las calles parisianas,
ser andante solitaria
que por esta misma condición
encuentra a su verdadero amante.
Se me hace irónico: convertir a los hombres de mi vida en majos.
Puede que sea al revés. Ellas también me gustan.
No siento orgullo de un supuesto menor poder en los hombres
y el entrar en su pensamiento
es miedo indiferente: no me gustaría ser la seda que carmenan manos maculinas
para después ordenar y crear su mundo,
corregir sus
cacofonías,
cacografías,
cacos mías.
Otro es el final: un pasado que ya pasó
e imploro que no vuelva a pasar.

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