Ya se acabó la celebración de un año venidero. Esse ya está aquí, hoy es el primer día y no está muy avanzado. Las luces artificales de la natividad alumbran la casa y lo que queda dentro de ella son botellas verdáceas, medio llenas, destapadas y residuos comestibles que mañana quedarán finalmente consumidos.
La vida es injusta en la mayoría de sus aristas pero que injusta debió de ser la de mi tía. Es de las pocas personas que así la trataron sin ella tener que pagarlo por devolución a causa de las "malas acciones" o injusticias que previamente no cometió. Pasada de copas, me conmovió. El presente es muy distinto de su pasado, en entorno, están la vida de sus hijos, que, sin duda la llenan y la hacen levantarse de modo que ni ella, ni los que le hicieron daño la pisoteen. Como protagonista de sus hechos vitales queda el vivo recuerdo: la no superación del maltrato, de las ofensas dirigidas y el desprecio con que luchó para quedarse en la familia y separarse de la suya.
No depredó, ganó. No lastimó, luchó.
No grió, lloró. No ofendió, demostró.
Y ella misma, no la vida, le ha otorgado el respeto, amor profundo, desinteresado, incondicional del que ahora es orgullosamente dueña acreedora. La pobreza y la ignorancia fueron elementos destructivos, pero la muerte no estuvo detrás, sólo las ansías de sobrevivir y salir fortalecido sin necesariamente odiar y darles viceversa a los villanos. Es parte de los residuos de ésta ingnorancia y un lleno de nobleza y amor lo que ésta dama sólo sabe reconocer así como la debilidad de su corazón sin dejar de seguir amando y vivir con el pasado golpeador. Y esso para mí es temeridad.
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