sábado, 16 de junio de 2007

El cuento breve





Al Alvarez (Gran Bretaña, 1929)El Dios salvaje (fragmento)






" Cuando yo iba al colegio había un profesor de física, inusualmente apacible y bastante desorganizado, que se la pasaba hablando en broma del suicidio. Era un hombre bajito de ancha cara rojiza, gran cabeza cubierta de rizos grises y una sonrisa permanentemente atribulada. Se decía que en Cambridge, contrario a la mayoría de sus colegas, había obtenido en su asignatura la nota más alta. Un día, hacia el final de una clase, señaló tenuemente que quien quisiera cortarse la garganta debía cuidarse de meter primero la cabeza en una bolsa, pues de lo contrario dejaría todo hecho un desastre. Todo el mundo se rió. Luego sonó el timbre de la una y todos los muchachos salimos en tropel a almorzar. El profesor de física se fue en bicicleta a su casa, metió la cabeza en una bolsa y se cortó la garganta. No dejó un gran desastre. Yo quedé tremendamente impresionado. (...) Después de todo esto debo admitir que soy un suicida frustrado. Es una confesión triste, pues en realidad, no hay nada más fácil que quitarse la vida. (...) Yo preparé el acto cuidadosamente, durante largo tiempo, con una suerte de pertinacia ciega. Tal constancia tenía como centro único de mi vida que todo lo demás se volvió irrelevante, mera diversión. Todo arrebato esporádico de trabajo, todo éxito o decepción menor, cualquier momento de relajación y calma parecían apenas una pausa temporaria en un firme descenso por capa tras capa de la depresión, como el de un ascensor que parase un instante camino al sótano. En ningún punto se me ocurrió bajarme o cambiar la dirección del viaje. Y a pesar de todo nunca lo hice. (...) Ya no me consideraba infeliz; sólo "tenía problemas". Manera esta optimista de decirlo, ya que los problemas implican soluciones, mientras que la infelicidad es una condición vital con la cual hay que convivir, como el mal tiempo. Una vez hube aceptado que nunca habría respuestas, ni siquiera en la muerte, descubrí sorprendido que ya no me importaba mucho si era feliz o infeliz; ya no existían "problemas" ni "el problema de los problemas". Y eso en sí ya era el comienzo de la felicidad. Hoy parece ridículo haber aprendido tal perogrullada de una forma tan dura, haber tenido casi que morir para poder crecer."

Nada seca tanto la inteligencia como la repugnancia a concebir ideas oscuras




Y es que digo"...tengo ganas..." pero no lo hago. Todo en mí es crecer. Mi mamá decía que los huesos estaban creciendo cuando me dolían¿Cómo es posible crecer sin dolor? Leyendo(me estan prohibidos los de superacion personal), se que no tengo ni porqués y en efecto tampoco los cómos y esto me lleva a lo que dicen sobre lo que te hace feliz no es hacer lo que vos querás sino querer lo que se está haciendo...pero no se hace mucho. No te interesa la felicidad o su antónimo y entonces muchos dirán que no sabés lo que quieres y en el clímax del cuento de tu vida te la crees y es cuando la palabra inútil aparece escrito en tus manos. Cuestionas el ataúd corriente donde caen todas las personas corrientes que se olvidan, cuestionas essa vida cuando estaban vivos: un carro, una familia, una salario, comida en la mesa, vacaciones, trabajo, trabajo, más trabajo. Creo que sha tenés la naúsea muy fuera de ti y no debe de salir.Ya se pasará.



Descubres o inventas la mejor manera de abandonarte: soledad al cuadrado. No por el hecho de dormirte o pasearte con alguien más y compartir con la otra soledad, como pasa en la lírica cantada del maestro Paéz. ¿De qué tipo de solitario te descartas? 1.Los que miran la legendaria amiga pared; hacer plática sin voz con el techo, al pasar este momento de Saturno con su alrededor abiótico se le da su lugar al tiempo con lentitudes y desviaciones: de la metrópoli al campo, del interior al exterior. 2. Los que piensan en el presente sin verlo.Son suficientemente inválidos como para sentirse más solicitados en soledad que en la multitud. 3. El solitario en el llano de la expasión, se afana de la ensordecedora población, de los pasantes que llaman el regreso a sus casas para comer, para dormir. Los pasantes. Los que se ven y te vieron. Los que no ves y te vieron. Los que no viste y no te vieron. Los que hubiera sido ameno ver. 4. último. La fiel figura perdida en una silla. Ahi sentada le da movimiento a la taza de café, desgasta el cigarro y deja libre el humo en forma de vucanada. La figura está atrás de un cristal haciendo victimas a los pasantes.

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