domingo, 22 de julio de 2007

GOTAS

Las gotas dejaron de caer al recipiente, retiro y palmo la erosión de la planta. Efectivamente, está seca sin drenar ni una sola gota; mi madre siempre las deja remojando; viven adentro con las pelusas de gato espacirdas en pelos diminutos. Sólo son pelusas cuando el recogedor hace su labor de, perdone la redundancia, recoger. No viviré con alguien que no tenga gusto curioso por el hábito de convivir con éstos seres puntiagudezcos, infamados de traidores, desprestigiados por el desprecio y "costumbres" higiénicas sucias. Otro pensamiento es el que supone aprender a vivir con gatos. Tienen poder de sí mismos y de aquellos humanos que ingeniosamente creen tenerlos. Nunca se es posible poseer a un gato en su totalidad. Ellos te poseen cuando han escogido alguna parte caliente de tu orilla corporal para echarse, seguido de la acción intermediaria del buen ronroneo, finalizado con lenguetazos peludos y una siesta repetida por décima vez en un día. Así es cuando se jacta de que el animalito peludo y puntiagudezco desea inexplicablemente tu fútil compañía.

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