lunes, 23 de julio de 2007

Qué raro...¿Raro? Es lo más común que debería tener y pasar en el mundo. Tienes razón. Claro que tengo razón, sólo las personas que no saben dicen que es raro. Eso me dolió. ¿Te dolió? Claro, tú eres el que no sabe...


Sólo no digas que soy la mujer que buscabas. ¿Porqué? En primer lugar porque tú no buscabas, nunca nadie busca y si lo hace no es una persona, y si lo hace dijo buscar no encontrar. Después no te dirijas a mí y me susurres que has visto, en sueños, con ojos subjetivos, con ojos que ninguno otro puede, verme junto a ti. Y no sólo nosotros dos, sino con niños. Si lo haces, no de acto seguido sino de dos días, tal vez meses, pueda que desaparezca de tu vida, dejando rastros involitivos pero mi presencia no la percibirás más.


Sòlo no me ofrezcas todo lo aferrado que posees, no cumplas lo incumplido, lo asombroso que generaciones pasadas aún pueden tener y consolidar hasta ahora éstos tiempos que a nosotros nos cuesta tanto. Ellos, modernidad, nosotros después de esso parecería que no debemos soñar, ¿para qué? de padecer soñando no pasará. Al final, hasta en mis sueños me estoy pudriendo, o ellos o yo, cada vez hay gusanos en ellos y lo demás simplemente no lo recuerdo, como si no tuviera importancia, dentro del sueño y además dentro de cuaquier orilla de mi cuerpo que exprimo y sale uno por uno: un gusano de estatura media y un corto largo, blancos pero no transparentes. Y tan sublime que resulta ser el hombre autoesclavizàndose, trabajando para ver hechos materia sólida sus sueños, los codiciados, los ambiciosos, aquellos premurosos. Dicen que las soledades cómodas no conocen el amor, ni el doblez flexible que se requiere para vivir con alguien que no sea uno; demasiada seguridad, demasiada confianza y el interés que nos pagan al depositar todo el demás miedo. O la impotencia, también. ¿Cuál es la historia de los que viven ahora? ¿Emigrar demasiado tarde? Venimos siendo muchos. Inútiles y útiles. Será mejor protegerse bajo el ramal del nido. Pero uno solo, no acompañado.


¿Qué tiene de oscura la noche?

Para aquellos que la conozcan sebrán que redunda más claridad

que el mismo día o el amarillo pálido del ocaso de un atardecer.

Hay valles. Inmesos e insustuosos.
Hay ríos. Profundos, fangosos, peligrosos.
Hay montañas. Grandes, pronunciadas, áridas, altaneras.
Hay vientos. LLuviosos, candentes, nublados, secos, incoherentes.
Cruzaría todo este ecosistema
si tan solo supiera sí estás del otro lado.
Triste, tú no de dentendrías por mí ¿verdad?

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