domingo, 29 de julio de 2007

Terapia

Los pincelazos que traza la imaginación de su pasada presencia y sus encantadoras cualidades, los deseos y de nuevo el dolor por impedir verlos. Y esto me hace creer y muchas veces verme realizada la imagen de no merecer ser feliz, así que ya no importa serlo. Mas recóndito el sentimiento saudá de los trovadores que el esconderse para que no se vean tus lágrimas en un día endulzado, lleno de luz clara donde no hay mitigaciones para tu soledad, no puedes evitar amanecer afligida por estar tan inmaculada y a la vez contaminada del corazón.


¿Quién está mas confundido? Lo llaman "enojo", odio esse adjetivo calificativo de actitudes. Detrás ésta "capricho" qué no se hacer bien porque sólo se usa para obtener un objeto material o la consideración compasiva de alguien. ¿Para qué voy a querer yo esso? Niego sentirme mal porque no puedo mostrar el dolor. No es tocar y sentirlo, sólo escuchar y entenderlo. Aún así sé que me pedirán contestar las rotundos porqués y encerrarse a la solución del "ya se le pasará", "¿qué te pasa?" (con son de estar cuestionando a la locura estúpida), "adolescente".
No puedo garantizar que sea síntoma de la edad, pero empiezo a ver miedos: muchas veces ya no quiero que la noche llegue. Ella muy lúcida y muchos otros viviendo a su lado y yo sólo lo suficientemente muerta como para que todos se olviden. No he pasado la noche con nadie o con alguien que quiera. Sólo sola y recordando deseando. Cuando presiento que perciben mi "seriedad", porque alá que también se confunde con esse gesto, es cuando mejor me despojo de la oquedad y fingo una risa que les haga cambiar la aberración de que sólo quiero conseguir un poco más de atención de la que ya tengo y sinceramente me basta. No quiero preocuparlos ni oír la pregunta recíproca y lógica de una cara desconocida de un conocido cuestionando mi locura no gestuda, no la respondería con verdad. ¿Porqué no a la pregunta? aunque siempre evito essa escena cinematográfica con guión triste , cuando recibo abrazos simbolizando querencias, tiro de las cadenas de la entrada, se cierra otra entrada y sólo logra entrar frío y una actuación de no saber cómo corresponder. Será que soy gente tan bien que me enculpo desde el cuello por la situación de la mala hija, por llorar por pensar, por callarse en las discusiones, por entregarse a la muerte en vida, aceptando y marcharse. Marcharse y volver a afligirse por pensar en consencuencias. "Esto no es vida", digo los fines de semana encerrados sin querer estarlo. Cuando no me gusta estar donde estoy sólo cierro los ojos, me dirijo a abrir la reja de la jaula y salgo: me creo una vida, la que deseo tener.

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