lunes, 23 de julio de 2007

Mujeres: escaleras al cielo

La sombra de la silueta femenil se proyecta en las paredes; con las mismas dimensiones la silueta se unta crema masajeadora en las caderas, en la cintura y con esto moldea las curvas precoces. Su tronco se mantiene en una pieza mientras los brazos marcan el movimiento separado y estético de la sombra sin escala.
El foco desprende a la sombra del cuerpo y en la noche la Luna lo hace con el jardín y la sombra de su flora y fauna. Hoy el hombre lobo no duerme y hace ya horas que se despojo de su disfraz humano para quedarse en su dualidad. Todo por la Luna, vertical, apuntando hacia el centro de la mirada; recta, su luz natural apunta perfectamente hacia cualquier sólido aunque escondido esté. La Luna es para el cielo como la Rosa para la Tierra. Un símbolo acogido por los hombres tan lejana y tan cercana de llegar, primero mirar. Menos mal que ella no es perversa si la miras directamente al corazón. La naturalidad de su luz no cega, asombra, inspira a las mejores deidades: pasión, misterio, encanto, perversidad, dolor, melos. Luna no te vayas, porque me dejas a oscuras. Y así, paralela, ilumina una escalera recargada en la azotea, bajo esse pedazo de azotea está mi ventana y la Luna ve a la escalera, la ilumina naturalmente, como si fuera el vigia del bosque o del cementerio. Apago la luz artificial y fuera de la ventana se dintingue una escalera al cielo...

La Luna me ha dicho que no desespere
que vivo penando que ésta gitanita me quita
el sentido

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